Nuestro amigo Ale está de visita en Amsterdam así que el viernes por la noche decidimos ir a algún lugar a comer. La primera opción era un restaurante mexicano que hay por nuestro barrio, pero estaba llenísimo, así que caminamos un poco y decidimos entrar a un restaurante italiano, se llama Donna Sofia.
Como siempre que voy a comer afuera a un lugar tradicional, digo, no especializado en comida vegana, lo primero que hago es investigar el menú, a ver si hay algo que yo pueda llegar a comer.
Si veo que nada de lo que hay en la carta es libre de productos animales, no me desespero, empiezo a mirar cuál es el plato al que más fácilmente se le pueda quitar ese producto que yo no puedo comer.
Ya lo he hecho varias veces, si elijo una pasta que viene con algún vegetal pero que trae crema o queso, les pido si pueden cambiar la crema por aceite de oliva y no agregarle queso. Si elijo una pizza, la pido directamente sin queso y con algunas verduras. Es importante saber que nunca es un problema. En realidad no es que les estamos complicando la vida ni nada, si se lo ponen a pensar, para el cocinero es el mismo trabajo, o menos.
Volviendo a Donna Sofia, en la carta había un plato que era perfecto para mí (el único) Parpadelle con calabaza y hongos. Pero resulta que ya no quedaban hongos y me ofrecieron hacérmelos con espárragos. Obvio que yo estaba feliz, pero a los pocos minutos se acerca un hombre a decirme que ya no quedaba tampoco calabaza ni parpadelle, así que, que eligiera otra cosa.
Lejos de desesperarme y con mi mejor sonrisa le respondí: Me podés preparar cualquier pasta que no tenga ni carnes, ni crema, ni queso? Lo que sea, lo que tengas.
Me respondió: Claro, una pasta vegetariana sin crema ni queso, seguro!
Yo estaba feliz, porque estaba entregada al cocinero, me iba a preparar algo, con lo que había (de hecho es la manera de cocinar que yo más disfruto, porque es la que te permite crear)
Pasaron unos minutos y llegaron los platos a la mesa, OBVIO que el mío era el mejor!
Se trataba de una pasta con forma de aro bastante grueso, la salsa tenía tomates naturales, berenjenas, albahaca y aceite de oliva. Era simple, era delicioso, era liviano, era perfecto.
Me lo devoré, les convidé un poco a los chicos pero con cuentagotas y obviamente, pasé el pan por el plato hasta que quedó como recién lavado.
Quería contar esta experiencia, porque mucha gente me pregunta qué como cuando voy a comer afuera? Existe el mito que los veganos no podemos comer nada en ningún lado, pero realmente no es así. Es más simple de lo que muchos piensan. Si ven que no hay nada en la carta, hagan como yo, con su mejor sonrisa pídanle al mozo alguna modificación y van a ver que se van a sorprender.
Finalmente, para los que tienen la fortuna de vivir en esta ciudad, les dejo la dirección de Donna Sofia, sean veganos o simplemente amantes de la buena cocina italiana:
Anjeliersstraat 300, 1015 NK Amsterdam
Hasta la próxima!
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