Cuando era muy chiquita, yo, Maru, era fanática, pero FANA MAL, de la 💩- Cola. Tanto, que mi papá me prometía que algún día me iba a llevar a la fábrica para que nadara en los tanques y a mí me deleitaba esa fantasía. Por supuesto, esa bebida no era cosa de todos los días, estaba reservada a reuniones, cumpleaños o a premios por llevar a cabo alguna tarea engorrosa del estilo «si tomás el remedio, te sirvo un vasito».
En el día a día, en la cena y el almuerzo, la bebida oficial era un jugo de esos de sobrecito ☠ y también tomábamos soda, pero no estábamos habituadas a tomar agua o bebidas más naturales. Recién de adolescentes empezamos a incorporar el agua como principal medio de hidratación y creo que ayudó bastante el hecho de que en casa invirtieran en uno de esos filtros que se ponen en la canilla y que la dejan realmente inodora e insípida (por lo general el agua potable del grifo tiene un sabor clorado).
Poco a poco, el agua se convirtió en mi bebida oficial y ahora no tomo más que agua, kéfir, mate (y en algunas ocasiones alguna bebida «espirituosa», como suele decir nuestro tío Jorge). Pero, además, desde hace ya casi 10 años, me niego a comprar agua embotellada, porque siempre se puede sumar una militancia más, jaja.
Para quienes no me conocen, vuelvo a decirlo, soy diseñadora de indumentaria y durante muchos años di -junto a mi amiga y colega Miri- un curso de «Diseño de indumentaria a través del reciclaje» en el Centro Cultural Ricardo Rojas. Por eso siempre me interesó todo lo referente a cuidar el ambiente. Cuando vi el documental Tapped, unos años antes de hacerme vegana, empecé a militar el agua de grifo y a llevar mi botellita cargada donde quiera que fuera. A veces me ha pasado de preferir pasar sed a detenerme a comprar agua fresca en un kiosco y descartar en segundos una botella de plástico que tardará cientos de años en desintegrarse.
Acá se los dejo con subtítulos, quien quiera ver, que vea 👇
MILITANDO EL AGUA «DE LA CANILLA»
Acá en Argentina le decimos canilla a lo que en otros lugares llaman «grifo», aclaro por las dudas.
En Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde vivo, tenemos agua potable, es decir, apta para consumo. Yo le encuentro algo de sabor, así que tengo mi purificador -como el que teníamos en la casa familiar-, pero si estoy de visita en otra casa, tomo agua de la canilla sin problemas. Es más, una de las cosas que más detesto de salir a comer afuera es que acá no se estila ofrecer agua «de la canilla» y odio tener que pedir el agua embotellada, no por el impacto económico que pagar una botella tenga para mi bolsillo, sino por el costo ambiental y social (el agua es un derecho) que conlleva. Una buena alternativa cuando salgo a comer, es pedir limonada y también es una buena opción para hacer en casa y dejar de tomar aguas compradas y artificiales.
Por eso también se me ocurrió compartir estas ideas para hacer aguas saborizadas caseras, que todavía son más económicas y llevan menos trabajo que hacer limonadas, licuados o jugos. Y pueden ser una buena transición para esos paladares que todavía no se acostumbran a tomar más agua (así solita) y siguen intoxicados de gaseosas y sabores falsos.
IDEAS PARA AGUAS SABORIZADAS
Mi fórmula es así: agua filtrada + fruta + especia o hierba + endulzante. Las proporciones las pueden variar a gusto y antojo, o ajustar a lo que tengan a mano. Por lo general, para un litro de agua uso 1 fruta mediana (tipo limón) o 1 puñado de futas pequeñas (frutillas, arándanos, frambuesas). Endulzo poco, porque no me gusta acompañar las comidas con bebidas dulces.
- Agua: pueden usarla directamente del grifo -si es apta consumo- o hervirla entre 1 y 3 minutos y dejarla enfriar -esto le saca el sabor clorado y la presencia de posibles microbios-. Si tienen purificador de agua, genial. Y si están en búsqueda de alguno, sin compromiso publicitario, ni nada por el estilo, les nombro los que conozco: PSA, Royal Prestige, Drago, Philips (y hay más).
- Frutas: limón, naranja, pomelo, manzana (cualquier variante), mandarina, pepino, frutillas, arándanos, frambuesas, uvas, también sandía o melón y más. Se pueden combinar entre sí y siempre se agregan cortadas para que suelten su jugo. Para más intensidad de sabor, por ejemplo, se pueden cortar las rodajas de 1/2 limón y la otra mitad, exprimirla y mezclarla con el agua.
- Especias o hierbas: jengibre, canela, vainilla, cúrcuma, menta, albahaca, romero, maca. Si son frescas, se pueden colocar ramitas, hojas o rodajas a la preparación. También se puede preparar algún té (verde, de hierbas, manzanilla, tilo, etc.) y mezclarlo con el agua.
- Endulzantes: a mí me gusta hacer una especie de almíbar con una cucharada de azúcar mascabo fundida en 1/2 taza de agua. Pero en ocasiones me da fiaca y uso esta miel vegana -que siempre tengo en la heladera y, dicho sea de paso, ya la hice con mandarinas y pomelos también- o algún sirope. También se pueden usar dátiles o pasas de uva o stevia o xilitol (todo lo encuentran en Vitalcer).
- Además: pueden enriquecer la bebida con probióticos. En ocasiones le agrego un poco de kéfir, también sirve rejuvelac o kombucha. Y, como me guardo el suero del yogur filtrado que hacemos en los cursos de lácteos vegetales I y II, también a veces uso eso.
MIS COMBINACIONES FAVORITAS
- Frutilla + albahaca: le agrego una pizca de vainilla para potenciar el sabor de la frutilla. También cambio la albahaca por romero o menta, según lo que tenga. Queda deliciosa.
- Limón + menta y jengibre: es la que más hago y a veces cambio el limón por naranja o pomelo, según la ocasión. En casa tengo una planta de menta enorrrrrrrrme y siento que este es el mejor uso que puedo darle.
- Manzana + canela: esta fue mi más reciente incorporación y la verdad es que me encantó. También a veces le sumo una gotas de limón o lima.
Aconsejo prepararlas con un par de horas de anticipación para que se asienten los sabores, beberlas frescas y no conservarlas por más de 2 días en la heladera (la fruta se va fermentando con el paso del tiempo).
Salud!
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